El Juego De Nintendo Nos Promete Un Mundo Que Sigue Sin Nosotros, Pero Bajo La Calma Se Esconde Un Decorado Inmóvil Y Una Rutina Sin Riesgo. ¿Simulador De Vida?
Animal Crossing: New Horizons ha cautivado a millones con su promesa de un refugio idílico, un lugar donde la vida continúa sin nuestra intervención constante. Sin embargo, detrás de esta fachada tranquila, uno se encuentra con un escenario rígido y una rutina sin riesgos que hace dudar de su etiqueta de “simulador de vida”. Mientras los jugadores navegan por sus islas, experimentan un sentido de progreso predeterminado, casi como si el juego fuera más una apuesta segura que una verdadera vida paralela.
Esta rutina diaria parece emular los requisitos de apuesta de los juegos de azar donde cada tarea es una inversión sin riesgo, pero sin la emoción de los jackpots progresivos. La vida prometida por Animal Crossing es en realidad un decorado controlado, que desafía las expectativas de lo que un simulador de vida debería ser.
El Teatro De Lo Cotidiano
Hay algo profundamente teatral en Animal Crossing. La escenografía está cuidadosamente montada para que el jugador se sienta tanto autor como actor en un mundo donde cada movimiento está orquestado. Esta sensación de control es un espejismo, donde la verdadera magia reside en la ilusión de elección y libertad.
En lugar de una experiencia inmersiva y dinámica, Animal Crossing presenta un mundo donde las odds de cualquier cambio significativo son casi nulas, similar a una ruleta en la que la bola rara vez cae fuera de las casillas seguras. Así, el juego nos invita a jugar, pero dentro de los límites de un guion ya escrito.
Simulación Vs. Suspensión
La publicidad de Animal Crossing insiste en que la vida ocurre sin ti, como un juego de casino en vivo donde el dealer sigue repartiendo cartas aunque no estés mirando. Sin embargo, esta ilusión se desvanece rápidamente cuando uno se da cuenta de que el juego no avanza en tu ausencia.
El mundo de Animal Crossing no se mueve por sí mismo. Es una representación de la vida que depende completamente de la presencia del jugador, tal como los jugadores deben estar presentes para cumplir con los requisitos de apuesta en un casino. Sin el jugador, no hay progreso, y el simulador se convierte en un escenario detenido en el tiempo.
El Vacío Amable
He pensado mucho en la verdadera sustancia de Animal Crossing y, repetidamente, me encuentro con la palabra “vacío”. Este vacío amable es el espacio que habitamos, lleno de tareas simples y sin desafío que emulan un sentido de logro similar al de completar un paquete de bienvenida sin restricciones.
En un entorno tan cuidadosamente controlado, la espontaneidad y el riesgo, elementos esenciales de una simulación de vida auténtica, están ausentes. En su lugar, el juego ofrece una comodidad vacía, una rutina segura que, aunque atractiva, carece del impacto emocional que muchas experiencias de vida reales proporcionan.
El Simulador De Hábito
Animal Crossing no es la naturaleza: es la nostalgia embotellada, la simulación de un ritual inofensivo. Funciona como un hábito que se repite diariamente, en un ciclo que recuerda a los juegos de azar sin riesgo, donde el pago es un confort constante.
Es un mundo diseñado para que la repetición sea gratificante, ofreciendo una experiencia sin sorpresas ni cambios abruptos. En este simulador de hábito, los jugadores encuentran una zona de confort que, aunque agradable, no deja de ser un reflejo estático de lo que podría ser una verdadera aventura de vida.